Regulación de la IA Según los Términos de América Latina

Regulación de la IA Según los Términos de América Latina

Por: Eduardo Levy Yeyati | Fecha: 30 de junio de 2025

La región tiene una ventana estrecha para desarrollar su propio enfoque, tomando inspiración de marcos internacionales mientras los adapta a las necesidades locales.

Globo de las Américas

América Latina enfrenta una elección que determinará su futuro económico: desarrollar la gobernanza de la IA en sus propios términos, o convertirse en una colonia reguladora de Silicon Valley y Bruselas.

En toda América Latina, los formuladores de políticas están despertando al hecho de que la IA no es una moda tecnológica más, es un cambio estructural que ya está afectando empleos, servicios públicos y procesos democráticos. El audio sintético que impersona a figuras políticas circularon durante la elección municipal de Buenos Aires el mes pasado. En Brasil, el gobierno ha chocado con Meta sobre la transparencia de los algoritmos. Y en toda la región, los sistemas educativos están incorporando silenciosamente herramientas de IA en las aulas, a menudo sin supervisión o directrices.

Las cifras cuentan una historia preocupante: según un reciente índice del FMI, América Latina se queda atrás de los países desarrollados y de China en preparación para la IA en cuatro áreas: infraestructura digital, capital humano y políticas del mercado laboral, innovación e integración económica, y regulación. Si se hace de manera inteligente y a tiempo, la regulación puede no solo mitigar los riesgos asociados con la IA, sino también generar confianza pública, atraer inversiones responsables y proteger a los pequeños innovadores de ser aplastados por los gigantes tecnológicos.

América Latina tiene una ventana estrecha para crear reglas que sean protectoras y potenciadoras y que reflejen sus propios valores y realidades. Los países con marcos claros, como el Reino Unido en tecnología financiera y ciberseguridad, tienden a atraer más inversión e innovación. El modelo de gobernanza digital de Estonia ha atraído miles de millones de dólares en inversión tecnológica. El costo de la inacción es igualmente claro: los países sin marcos regulatorios corren el riesgo de convertirse en basureros de sistemas de IA no probados.

Para América Latina, una regulación inteligente de la IA, que equilibre la protección con la innovación, se adapte rápidamente y refleje las realidades sociales e institucionales locales, también implica posicionar a la región como un destino preferido para la inversión responsable en IA en un momento en que otras regiones están sobrerregulando o subregulando. América Latina no debería copiar a otros ni empezar desde cero. En cambio, debería crear su propia regulación de IA, derivando de modelos globales pero ajustándolos a las necesidades y valores locales.

Lo que está sucediendo en la región

La Agenda Digital 2024 de la CEPAL, respaldada por los 33 países miembros, pide coordinación regional, estándares compartidos y construcción de capacidades transfronterizas. Sin embargo, el panorama regulatorio en América Latina sigue siendo fragmentado, con países en diferentes etapas de desarrollo.

El proyecto de ley de Brasil, inspirado en la Ley de IA de la UE, es el marco más desarrollado en la región, con disposiciones para responsabilidad civil y categorías de riesgo escalonadas que cubren sistemas de reconocimiento facial y contratación automatizada. Chile ha redactado legislación basada en la transparencia, la equidad y la supervisión humana, basándose en su Política Nacional de IA.

Colombia, Perú y Paraguay están trabajando en propuestas enfocadas en la protección de datos, la equidad algorítmica y el uso ético en sectores como la educación y las finanzas. Argentina carece de una ley formal, pero el impulso está creciendo: las recientes audiencias en el Congreso han centrado la atención en temas como la manipulación electoral y la privacidad de datos.

Esto es más que ruido legislativo: es una señal de que la región está buscando dirección y necesita un marco que tenga sentido.

Construyendo un marco inteligente

En un reciente documento sobre la regulación de IA para legisladores latinoamericanos, Ángeles Cortesi y yo propusimos una herramienta sencilla para ayudar a evitar la trampa de copiar plantillas del extranjero, organizada en función, riesgo, enfoque y contexto.

Antes de adoptar cualquier regulación de IA, los formuladores de políticas deberían poder responder cuatro preguntas clave de manera clara.

¿Es el propósito de la regulación proteger derechos, promover la innovación o asegurar intereses nacionales? Las reglas de IA de China priorizan la seguridad del estado, la Ley de Derechos de IA de EE. UU. se enfoca en las libertades civiles, y el marco del Reino Unido busca permitir la innovación mientras protege la seguridad pública.

¿Qué sistemas de IA necesitan un mayor nivel de escrutinio para gestionar el riesgo? Un asistente de programación de IA plantea diferentes riesgos que un oficial de préstamos automatizado. Un marco basado en riesgo se enfoca en la supervisión donde el daño es más probable. Los nuevos riesgos relacionados con la IA agente (que puede planificarse, actuar y iterar hacia un objetivo) son especialmente cruciales para monitorear. La Ley de IA de la UE categoriza los sistemas de IA por nivel de riesgo, prohibiendo algunos, regulando estrictamente otros y dejando los sistemas de bajo riesgo en gran parte intactos.

¿Debería el marco enfocarse en pautas éticas de alto nivel, estándares técnicos detallados o "sandbox" flexibles (entornos controlados donde los desarrolladores pueden probar innovaciones bajo supervisión)? El marco de gobernanza de IA voluntario de Singapur, la propuesta de ley AIDA de Canadá y el modelo basado en sandbox de Corea del Sur ilustran cada uno enfoques contrastantes.

¿Qué contexto local debe ser considerado? Lo que funciona en un país rico y altamente digitalizado puede fallar en una región donde el trabajo informal es común y la infraestructura digital es desigual. La regulación de IA debe reflejar la diversidad lingüística, la capacidad institucional y las realidades sociales.

Un enfoque regulatorio para América Latina

Los países de la región no necesitan empezar desde cero, pero tampoco deberían conformarse con copiar y pegar marcos internacionales. América Latina debería desarrollar su propio enfoque regulatorio, con un énfasis en la flexibilidad, la inclusión, la coordinación regional y la construcción de capacidades.

Dada la velocidad del cambio de la IA, la regulación debe evolucionar rápidamente. Los programas piloto y los sandbox regulatorios pueden ofrecer un campo de pruebas para la adaptación.

Los sistemas de IA entrenados con datos en inglés o del Norte Global a menudo pasan por alto las realidades latinoamericanas. La regulación debería exigir diversidad en los datos de entrenamiento y apoyar alternativas de código abierto arraigadas en contextos regionales mientras se desbloquean sus propios conjuntos de datos locales, como la Biblioteca Nacional de Datos del Reino Unido.

Un panorama fragmentado invita al arbitraje regulatorio (las empresas buscan la jurisdicción más permisiva). Los estándares compartidos de datos y los organismos de gobernanza conjunta podrían darle a América Latina una voz colectiva más fuerte en el escenario global.

Muchos gobiernos aún carecen de equipos técnicos para auditar, evaluar o hacer cumplir las reglas de IA. Las inversiones en alfabetización en IA, especialmente entre los servidores públicos, son esenciales. Un programa de capacitación regional podría construir estas capacidades de manera eficiente mientras crea redes para la coordinación continua.

Para lograr esto, una dirección prometedora es lanzar laboratorios de supervisión de IA con universidades para permitir que investigadores locales estudien la IA en contexto. Otra es crear sandbox regionales donde las startups obtengan retroalimentación en tiempo real de los reguladores mientras desarrollan nuevas herramientas.

Estos pasos estratégicos pueden ayudar a posicionar a la región para atraer inversiones éticas en IA y proteger las instituciones democráticas, así como evitar las dinámicas extractivas de la economía digital donde los datos y el valor se concentran en unos pocos a expensas de los usuarios, trabajadores e innovación local.

Una oportunidad para liderar

La IA se mueve rápido, pero América Latina no tiene que jugar a ponerse al día. Al aprender de otras regiones y adaptar enfoques a su propio contexto, la región puede definir una gobernanza de IA que sea inclusiva, realista y a prueba del futuro.

En lugar de simplemente seguir, América Latina tiene la oportunidad de liderar construyendo un ecosistema regulatorio que sea flexible, consciente del contexto y fundamentado en prioridades de desarrollo.

Los próximos 18 meses son críticos. El panorama regulatorio global se está polarizando rápidamente, creando una oportunidad sin precedentes para que América Latina defina su propio enfoque.

A principios de 2025, Estados Unidos dio un giro decisivo hacia la desregulación cuando el presidente Trump emitió órdenes ejecutivas que revocaron directrices anteriores centradas en la seguridad y dirigieron a las agencias federales a priorizar la innovación, la seguridad nacional y la competitividad económica sobre la supervisión cautelar. Este cambio crea un contrapeso marcado a la cada vez más restrictiva Ley de IA de Europa, profundizando una división regulatoria que podría fragmentar la gobernanza global de la IA. La próxima Ley de Desarrollo de la Nube y la IA de Europa está lista para institucionalizar los requisitos de soberanía.

La mayoría de las iniciativas internacionales de IA, desde los principios de la OCDE hasta el Proceso de Hiroshima del G7, que produjo amplios compromisos pero ninguna obligación vinculante, siguen siendo voluntarias y aspiracionales, careciendo de mecanismos de aplicación que puedan unir estas crecientes divisiones. Esta polarización refuerza por qué los marcos regionales son más importantes que nunca: ofrecen un camino para innovar localmente y coordinarse colectivamente.

Ante este contexto, América Latina puede definir un tercer camino, elaborando una regulación de IA que evolucione trimestralmente en lugar de anualmente, priorice la transparencia sobre la restricción y construya capacidad regional en lugar de depender de la experiencia extranjera.

Una regulación inteligente de la IA en América Latina enviaría una señal de que puede gobernar la innovación sin asfixiarla y proteger a su gente mientras los prepara para lo que vendrá.